Advertencia...

ATENCIÓN: " Todo lo escrito aquí puede ser no real...

sábado, 3 de mayo de 2014

MI DÍA, MI VIDA.

Sentada en el centro de mi habitación contemplo las cuatro paredes que me rodean. Repletas de recuerdos, del presente y del pasado. Entre sonrisas y lágrimas me muerdo los labios empujada por la tentación de retroceder en el tiempo. Cierro los ojos y respiro el aroma del aire resguardado en este cuarto que me ha visto crecer. Cuando los abro fijo la mirada en mi estantería llena de libros perfectamente apilados. Me aproximo, concretamente en dirección al estante donde guardo todas las historias de aventura y misterio que me hicieron soñar tiempo atrás. Cojo uno al azar y comienzo a ojear las páginas. Un libro me conduce a otro. Y un estante al continuo, hasta concluir en los primeros cuentos que mi memoria es consciente de haber leído. 


Capta mi atención uno en especial. Lo separo de los demás y observo durante unos segundos el dibujo de la portada. Aparece un niño abrazado a lo que parece ser un muñeco con forma de jirafa exactamente igual a mi peluche favorito de la infancia. Inmediatamente acude a mi cabeza el recuerdo del momento en el que la vi por primera vez en la tienda de juguetes, amontonada junto a muchos otros peluches. La mayoría eran más grandes y coloridos, pero por alguna extraña razón aquella pequeña jirafa me cautivó. 


Presa de la nostalgia decido rescatarla del olvido y volver a acariciar su terciopelo. Comienzo a buscar donde creo haberla visto por última vez, pero en el armario solo encuentro una inmensa cantidad de ropa. Me alzo de puntillas para otear la parte superior y a pesar de poner gran parte de mis esfuerzos, desisto tras comprobar que no llego. Me ayudo de un taburete y empiezo a retirar objetos en un intento de abrirme paso hacia su posible escondite. Revolviendo entre recuerdos la desilusión se apodera de mí al comprobar que no se encuentra allí el que ahora pretendo recuperar. Hago uso de los últimos resquicios de esperanza y echo un vistazo, pero antes de que pueda rendirme por completo, mis manos se topan con algo que atrae mi curiosidad y que gracias a su textura áspera logro adivinar que es una carpeta. 


La extraigo del fondo y tras cerrar las puertas del armario la aposento sobre la cama. Observo que se trata de una carpeta corriente, pero posee ciertos rasgos característicos. Está muy roída y descolorida, además posee tanto contenido en su interior que da la sensación de que va a explotar en cualquier momento. Extrañada y víctima de la incertidumbre la abro con cuidado. Dentro aparecen un montón de cartas, en algunas reconozco la letra de mi madre, en otras la de mi padre y en otras una escritura que no me resulta familiar. También hay alguna fotografía, postal y folios rellenos de reflexiones. 


Acabo de encontrar un tesoro de emociones. Un cajón lleno de recuerdos, de sentimientos y pensamientos que quedaron encerrados en unas hojas de papel. Todo ello hizo historia, parte de mi historia, parte de mi ser. Reflejan evolución y madurez, amor y desengaño. Ilusiones que formaron parte de lo que se llama crecer y que no puedo evitar comparar con las que siento yo ahora.


Mientras leo me imagino a esas personas más jóvenes, navegando en un mar de dudas, descubriéndose a sí mismas. Me siento como alguien del futuro viviendo el mismo momento y mirando a través de una ventana el paso del tiempo, lo que produce al dejar su huella en nosotros y cómo nos cambia. 

Los protagonistas son ellos, yo simplemente soy una mera telespectadora que no hace nada pero a su vez, interpreta el papel más importante de la historia. El papel del fin y del continuará. El personaje que da solidez al pasado y esperanza al futuro.

 Al hacer un viaje por ese tesoro escondido en esos folios, pienso en las personas que también formaron parte de esta historia y ya no están. Cumplieron su papel y se fueron. Estos pensamientos provocan que mis ojos se inunden de lágrimas, quiero parar el tiempo. Pausar el cambio. 


Imagino que mi madre escondía con cariño la carpeta, creo recordar que alguna otra vez había tratado de evitar que la leyese. Pero me asalta una duda, si no quería que cayese en mis manos, ¿Por qué lo guardó en mi armario? De todas formas, agradezco que lo hiciese, me ha hecho reflexionar mucho sobre ideas que se planteaba y lecciones que iba aprendiendo. Lo he encontrado en un momento idóneo, en el que ya tengo madurez suficiente para interpretarlo y apreciarlo cómo se merece. Me ha gustado que de alguna manera hayan compartido esos momentos conmigo, acontecimientos que aunque no pudiese presenciar también forman parte de mi vida.


“LA LUCHA POR LO QUE SE DESEA DA MÁS VALOR A LO QUE SE CONSIGUE.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario